Aunque acostumbrados, esa sensación de inseguridad la hemos tenido toda la vida. Nadie es capaz de escapar, sin angustia, de aquellas situaciones que no domina, que crecen y son imposibles de prevenir. La doble limitación sensorial, de no poder ni ver ni oír, nos provoca esos pequeños miedos que nos hacen parecer cobardes, inactivos e impasibles.
Nada más lejos de la realidad, aunque no las exterioricemos, somos conscientes de cada una de nuestras emociones y sabemos exactamente dónde fallamos y el punto en el que nos equivocamos. Simplemente reconocer y asumir eso, es garantía de futuro, es dar el gran paso para que nuestros objetivos de siempre se sitúen al alcance de nuestra mano... y todavía siguen estando demasiado lejos!!