Una vez más, durante la última quincena de septiembre, podemos admirar el arte de Inocencio que, con sus trabajos, nos transporta a esa realidad impresionista en la que se flota, desde la que, aunque no percibamos los colores, se pueden sentir, de manera especial, cada uno de sus matices y la magia de todo el universo que refleja en sus obras.
A primera vista no deja de ser una muestra más, pero si decimos que su autor es una persona sordociega y que esta exposición es fruto de un colosal esfuerzo, de interés, entrega y trabajo, comprenderemos mucho mejor que en cada uno de sus cuadros se esconde su propio mundo.
Os invitamos a visitar la exposición y, desde ASOCYL, agradecemos a nuestro protagonista ese guiño a la sordoceguera que le ha llevado a incluir, entre las obras expuestas, trabajos en 3D que, sin duda, están pensados para que puedan (y deban) tocarse. Poder "tocar" es, en nuestro caso, el gran secreto para que el arte de verdad nos emocione.
No es la habilidad de saber esperar, sino la habilidad de saber mantener una buena actitud mientras esperas