Después de una vida amarrada inevitablemente a la sordoceguera, especial e intensa, tuviste que soltar lastre para seguir avanzando y agarrarte muy fuerte a ti misma, sobreponerte a ese silencio ácido y dejar que te acompañara por un año la soledad. Fue admirable el cambio, pues dabas paz y esa es la mejor forma de quererse.
A tu lado hemos aprendido muchas cosas,... que dejarse cuidar y sentir que te cuidan son las sensaciones más bonitas del mundo y, además, lo importante que es rodearse de las personas que le hacen tanto bien al corazón. Te mereces el amor que siempre has dado a los demás!!
Sí Rosario, allá arriba, además del encuentro con una nueva versión de la sordoceguera, te espera el abrazo eterno... y nosotros aquí, en ASOCYL, a darle con ganas a la realidad porque, como bien sabes, tenemos compromisos muy grandes que siempre hemos compartido contigo.
¡¡Hasta que todo sea como lo soñamos!!